Comentaba Manolo Jiménez hace poco sobre las famosas rotaciones:
"Rotar por rotar sería caprichoso. Hay que rotar en función de los momentos de forma. Las rotaciones son buenas siempre que haya igualdad en positivo por los futbolistas del mismo puesto, para que uno pueda descansar y el otro entre dando el mismo nivel".
En principio parece un razonamiento muy lógico, pero se topa con el problema fundamental, que es la acumulación de partidos a lo largo de la temporada. Es posible que ahora esté muy bien Kanouté, y no tan bien Koné, pero si Jiménez quiere que Kanouté esté en buena forma al final de la competición, cuando se decide todo lo importante, entonces es necesario que descanse ahora en algunos partidos, y juegue Koné aunque baje un poco el rendimiento de la delantera.
Para evitar esa bajada en el rendimiento hay dos opciones. Una es tener a todos los jugadores en la mejor forma posible, algo que a su vez es consecuencia de las rotaciones: si todos juegan, todos mantienen el ritmo necesario para competir. La otra opción es confeccionar las alineaciones de forma que se conjuguen jugadores en plena forma con otros que estén a menor nivel, para compensar las posibles carencias. Y evidentemente hay que elegir bien el partido en el que se rota, según los objetivos del equipo.
Todo esto es sumamente complicado, como vemos en muchos equipos que, a pesar de tener una plantilla relativamente amplia, no mantienen el nivel a lo largo de la temporada. Pero esta habilidad que sí ha mostrado en estas últimas campañas Juande Ramos, ha sido clave para el éxito del Sevilla F.C.. Ganar tantos títulos sólo se puede conseguir utilizando muchos jugadores, y en eso el manchego ha sentado cátedra.
Es comprensible que Jiménez, nada más tomar las riendas del equipo, y además enfrentándose a un calendario complicado, no quiera arriesgar y esté alineando a los mejores que tenga a su disposición. Pero pronto deberá empezar a utilizar las rotaciones, si no quiere que el equipo llegue a marzo desfondado y sin fuerzas para afrontar el tramo decisivo de la temporada.
"Rotar por rotar sería caprichoso. Hay que rotar en función de los momentos de forma. Las rotaciones son buenas siempre que haya igualdad en positivo por los futbolistas del mismo puesto, para que uno pueda descansar y el otro entre dando el mismo nivel".
En principio parece un razonamiento muy lógico, pero se topa con el problema fundamental, que es la acumulación de partidos a lo largo de la temporada. Es posible que ahora esté muy bien Kanouté, y no tan bien Koné, pero si Jiménez quiere que Kanouté esté en buena forma al final de la competición, cuando se decide todo lo importante, entonces es necesario que descanse ahora en algunos partidos, y juegue Koné aunque baje un poco el rendimiento de la delantera.
Para evitar esa bajada en el rendimiento hay dos opciones. Una es tener a todos los jugadores en la mejor forma posible, algo que a su vez es consecuencia de las rotaciones: si todos juegan, todos mantienen el ritmo necesario para competir. La otra opción es confeccionar las alineaciones de forma que se conjuguen jugadores en plena forma con otros que estén a menor nivel, para compensar las posibles carencias. Y evidentemente hay que elegir bien el partido en el que se rota, según los objetivos del equipo.
Todo esto es sumamente complicado, como vemos en muchos equipos que, a pesar de tener una plantilla relativamente amplia, no mantienen el nivel a lo largo de la temporada. Pero esta habilidad que sí ha mostrado en estas últimas campañas Juande Ramos, ha sido clave para el éxito del Sevilla F.C.. Ganar tantos títulos sólo se puede conseguir utilizando muchos jugadores, y en eso el manchego ha sentado cátedra.
Es comprensible que Jiménez, nada más tomar las riendas del equipo, y además enfrentándose a un calendario complicado, no quiera arriesgar y esté alineando a los mejores que tenga a su disposición. Pero pronto deberá empezar a utilizar las rotaciones, si no quiere que el equipo llegue a marzo desfondado y sin fuerzas para afrontar el tramo decisivo de la temporada.
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