lunes, 1 de diciembre de 2008

El póker y la ex-novia

Se me vienen a la cabeza dos historias, que reflejan mi parecer sobre la situación actual del Sevilla F.C. La primera de ellas es un viejo chiste:

- Me encanta jugar al póker y perder.
- ¿Y ganar?
- ¡Ganar tiene que ser la leche!

Este chiste no se puede aplicar al fútbol profesional. Nunca oiremos a un sevillista decir: "me encanta ver al Sevilla jugar bien al fútbol y perder". A los aficionados nos gusta que nuestro equipo gane, y si pierde, el consuelo del juego bonito nos puede valer dos partidos, pero al tercero ya exigimos resultados. Por eso siempre será preferible jugar mal y ganar que jugar bien y perder.

-¿Y ganar y jugar bien?
-Eso debe ser la leche...



La segunda historia es la de un amigo que estuvo casado con una chica llamada Susana, con la que fue muy feliz durante varios años. Susana le dejó por otro, y él intentó rehacer su vida. Pero cada vez que salía con otra chica, empezaba a hablar de su ex: que con Susana hacía esto, que Susana le decía aquello, que con Susana iba aquí o allá... Al final ninguna le aguantaba, y tardó años en iniciar otra relación.

Después de la racha de títulos del Sevilla, hay muchos aficionados que no entienden que el pasado es eso, pasado, y no se cansan de comparar el Sevilla actual con el de esa época. Pero mientras lo hacen, lo único que consiguen es no darse cuenta de lo bueno que este equipo tiene ahora, y les impide disfrutar y emocionarse con un club que lucha por meterse de nuevo en Liga de Campeones, algo que sólo ha logrado dos veces en más de cien años. Se acuerdan tanto de aquella novia, que ninguna les parece lo suficientemente buena para ellos, y mientras se quedan "a dos velas".

Los dos últimos partidos del Sevilla F.C. podrían merecer sesudos análisis y comentarios, pero por mi parte creo que sólo han sido reflejo exacto de la realidad actual de la Liga: El Sevilla F.C. está al mismo nivel que el Valencia, y es inferior al Barcelona. Habrá que luchar y sufrir para entrar en Liga de Campeones, así que aceptémoslo, y démosle el valor que tiene, que es mucho.

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