Yo era un sevillista feliz. En la vida uno tiene sus momentos buenos y malos, alegrías y tristezas, pero cuando surgía el tema fútbol, entonces no fallaba: una amplia sonrisa se instalaba en mi cara, y un sentimiento de satisfacción me invadía. Bastaba pensar en el Sevilla F.C. para que las vibraciones positivas aparecieran.
Y es que en los últimos tiempos los sevillistas hemos vivido un sueño, hemos estados instalados en el éxtasis deportivo durante mucho tiempo. Pero ahora el sueño se ha acabado, la vida (de la cual la muerte es parte inseparable) nos ha despertado de forma brusca y dolorosa.
Ahora recuerdo títulos, goles, viajes, éxitos, celebraciones... y ya no me viene esa sonrisa, ya no tengo vibraciones positivas, porque cuando pienso en el fútbol lo único que siento es que un buen chaval de 22 años se ha ido, que ha dejado sola a su mujer y a su futuro hijo, a sus padres... No, ahora al pensar en fútbol no sonrío, más bien es como si el día de verano se nublara de repente.
Me pregunto, ¿qué haremos el viernes viendo la final de la Supercopa de Europa, si ya ganar o perder nos parece algo insignificante?¿Cómo cantaremos los goles en el Sánchez-Pizjuán?¿Cómo botará Nervión, si todos tenemos dentro la sombra de la muerte de Puerta?
La respuesta en el fondo la sabemos todos los que hemos sentido antes la pérdida de un ser querido (porque aunque no conocierámos a Puerta, el dolor está ahí): la respuesta es seguir adelante, como al que se ha ido le gustaría que hiciéramos. A Antonio Puerta lo que más le gustaba desde pequeño es que su Sevilla ganara, que fuera grande, y debemos seguir en ese camino en homenaje a él. Y también debemos seguir adelante porque si algo nos recuerda una muerte tan inesperada es que hay que vivir la vida al máximo, ya que no sabemos cuando nos tocará a nosotros.
Y por supuesto recordarle. Recordar su muerte, pero sobre todo recordar su vida: sus galopadas por la banda, sus regates de lujo, sus cañonazos con la zurda, sus goles... y su persona, que ahora estamos conociendo un poco más, y que al parecer igualaba en calidad humana a su nivel como futbolista.
Cuando más grande sea este Sevilla F.C., más contento estará Antonio Puerta desde el Cielo. En el próximo triunfo, cuando cada uno recuerde a sus seres queridos que habitan el tercer anillo, ahora también incluiremos en ese recuerdo a ese chaval de Nervión, que nos llevó a la gloria deportiva un jueves de feria.
Hasta siempre, Antonio.
Y es que en los últimos tiempos los sevillistas hemos vivido un sueño, hemos estados instalados en el éxtasis deportivo durante mucho tiempo. Pero ahora el sueño se ha acabado, la vida (de la cual la muerte es parte inseparable) nos ha despertado de forma brusca y dolorosa.
Ahora recuerdo títulos, goles, viajes, éxitos, celebraciones... y ya no me viene esa sonrisa, ya no tengo vibraciones positivas, porque cuando pienso en el fútbol lo único que siento es que un buen chaval de 22 años se ha ido, que ha dejado sola a su mujer y a su futuro hijo, a sus padres... No, ahora al pensar en fútbol no sonrío, más bien es como si el día de verano se nublara de repente.
Me pregunto, ¿qué haremos el viernes viendo la final de la Supercopa de Europa, si ya ganar o perder nos parece algo insignificante?¿Cómo cantaremos los goles en el Sánchez-Pizjuán?¿Cómo botará Nervión, si todos tenemos dentro la sombra de la muerte de Puerta?
La respuesta en el fondo la sabemos todos los que hemos sentido antes la pérdida de un ser querido (porque aunque no conocierámos a Puerta, el dolor está ahí): la respuesta es seguir adelante, como al que se ha ido le gustaría que hiciéramos. A Antonio Puerta lo que más le gustaba desde pequeño es que su Sevilla ganara, que fuera grande, y debemos seguir en ese camino en homenaje a él. Y también debemos seguir adelante porque si algo nos recuerda una muerte tan inesperada es que hay que vivir la vida al máximo, ya que no sabemos cuando nos tocará a nosotros.
Y por supuesto recordarle. Recordar su muerte, pero sobre todo recordar su vida: sus galopadas por la banda, sus regates de lujo, sus cañonazos con la zurda, sus goles... y su persona, que ahora estamos conociendo un poco más, y que al parecer igualaba en calidad humana a su nivel como futbolista.
Cuando más grande sea este Sevilla F.C., más contento estará Antonio Puerta desde el Cielo. En el próximo triunfo, cuando cada uno recuerde a sus seres queridos que habitan el tercer anillo, ahora también incluiremos en ese recuerdo a ese chaval de Nervión, que nos llevó a la gloria deportiva un jueves de feria.
Hasta siempre, Antonio.
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